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Shin Megami Tensei IV review
by Sir Laguna

Cuando me propuse escribir una reseña, crítica, análisis “o cualquier cosa” sobre cada uno de los juegos que terminara este año también dije que me obligaría a que estos fueran escritos diferentes. Nada de hablar de “gráficos, jugabilidad y duración”, sino de uno de los temas relevantes al juego. Algo único que me transmitieran y que valiera la pena analizar. ¿Pero a cuál de los aspectos de un juego como Shin Megami Tensei IV referirme?

Podría hablar de cómo es disimuladamente una enciclopedia mitológica, con cientos de “demonios” que en realidad son entidades pertenecientes a los mitos y leyendas de una docena de mitologías. Toda clase de dioses, monstruos y criaturas de los mitos griegos, la cultura china, las leyendas japonesas, historias nativoamericanas, literatura fantástica, y hasta de los textos sagrados judeocristianos, se dan cita en este juego para ser nuestros enemigos y aliados. Cada uno de ellos está descrito por un breve texto que detalla su origen y comportamiento.



Los mitos de cada cultura son una ventana hacia sus creencias, idiosincrasia y particularidades. Gracias a Shin Megami Tensei IV he podido conocer muchas historias y criaturas que me han picado de nuevo la curiosidad y despertado las ganas de aprender más sobre las mitologías de todo el mundo. ¿Cómo es posible que apenas ahora vengo a conocer La Goetia?

También podría referirme a la forma como este juego toma las mecánicas más básicas de los JRPG por turnos, como el sistema de debilidades elementales (ya saben: fuego, electricidad, hielo...), y lo convierte en un sistema increíblemente estratégico llamado “press turn” en que las debilidades y fortalezas de los enemigos (y las nuestras) se pueden convertir en turnos extra en nuestro favor y en nuestra contra. Esto llena a Shin Megami Tensei IV de combates en los que nuestro nivel y armamento no importa tanto como la forma en que somos capaces de crear una estrategia en torno a los turnos extra.



O podría dar una mirada al curioso apocalipsis que nos presenta: un mundo destruido por la guerra y por la invasión de “demonios” que la siguió. Hablar sobre la forma en que usa los clichés de la ficción post-apocalíptica para criticar la cobardía y debilidad humana, la forma en que reaccionan ante este nuevo mundo para poder sobrevivir y cómo acogen la mentalidad de culto o la servidumbre ante una figura de autoridad moralmente corrupta si esto asegura un refugio.


Tal vez lo más adecuado sea escribir sobre su moralidad. Los tres personajes secundarios que acompañan al protagonista son representaciones de diferentes perspectivas ante la vida. Pero no se trata de seguir simplemente “el camino del bien o del mal”, “el del rebelde o el del juicioso”. Aquí hay dilemas morales interesantes sobre el valor de una vida sobre otra, sobre seguir las reglas aunque otros sufran confiando en que al final las cosas salgan bien. Lo que resulta sorprendente es que esta historia, a diferencia de tantas otras en videojuegos que ofrecen un sistema de moralidad, si nos juzga. Si seguimos el camino del “caos” o el de “la ley” las cosas no acaban bien para todos.



¿Qué hacer entonces? Hay un tercer camino, uno que busca el bien común. No es una ruta fácil de seguir y representa el doble de esfuerzo y dificultad que las otras dos. ¿Pero acaso hacer lo correcto no es siempre lo más difícil?


Cualquiera de estos temas merece ser abordado a profundidad, pero de momento me conformaré con decirles que estos están ahí, mezclados en este increíble juego que, tal vez no sea perfecto, pero es una arriesgada fusión de historias y mecánicas que no había llegado a ver nunca, y solo por eso vale la pena adentrarse en él.

Lástima que el mapa de Tokio sea tan terrible de navegar.